Los griots son especialistas en la historia de su país, en la genealogía de sus reyes, en el arte de la oratoria y en la práctica musical. Son apreciados por el pueblo, son personas especiales, por eso no todo el mundo puede ser griot. Estos juglares nacieron cuando no existía la escritura y actualmente, a pesar de la radio, la televisión, Internet…, siguen cumpliendo su función.
Al griot se le aprecia, se le respeta, se le escucha… verbos que en nuestra sociedad europea van sonando cada vez con menos fuerza. En África la palabra tiene mucha importancia y el que lleva la palabra también. Por eso hay un tiempo para la palabra y sólo para ella. Cuando alguien habla hay que escuchar porque siempre se aprende del que habla.
El tiempo en África Subsahariana es corto (media de vida 54 años) y no se puede desperdiciar, hay que aprovecharlo en el encuentro con el otro, en el diálogo, en el compartir la vida. El individuo en sí mismo no tiene sentido si no es en común-unión con los demás, es la comunidad el centro de la vida y la vida el centro de la comunidad.
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Un griot. |
En África cuando alguien visita una casa lo primero que le ofrecen es agua y una silla. A continuación le preguntan por su salud y la salud de sus seres queridos y finalmente la familia se sienta alrededor y espera a que el visitante hable. No importa que haya un tiempo de silencio, el silencio también es diálogo. Entonces el visitante habla mientras la gente escucha atentamente, observando cada gesto y bebiendo con interés las palabras del que habla. Nadie interrumpe, todo el mundo escucha.
¡Tenemos tanto que aprender! En nuestra sociedad todo el mundo habla, nadie escucha, se grita para imponer una idea, no se aprende del otro porque la razón no la puede llevar quien no piensa como yo. La mentira o las medias verdades son armas que se llevan escondidas para utilizarlas en cualquier momento. Y el encuentro con el otro se ha convertido en nuestra sociedad en un mirar de reojo, con desconfianza.
El griot habla con autoridad, la gente lo respeta no porque cuente muchas historias, sino porque el pueblo lo considera un sabio que dice la verdad.
En este punto habría que preguntarse ¿Quiénes son los griots de nuestra sociedad?
Gerardo J. Cámara. |